miércoles, 20 de abril de 2016

La ñ del Latín

Como hispanohablantes sabemos que la letra ñ es propia y única del alfabeto español, pero pocos se preguntan de dónde procede.

Si nos remontamos al origen de las lenguas romances podemos comenzar hablando del indoeuropeo, una reconstrucción de lo que pudo ser el comienzo de esta familia de lenguas. Siguiendo la ramificación de lenguas que derivan del indoeuropeo encontramos las romances, que incluyen el español, francés, griego, inglés y demás lenguas de Europa excluyendo el vasco, el finés, el estonio y el húngaro. Si hablamos de lengua romance nos referimos a aquella lengua que proceda del latín vulgar y que tenga una estrecha relación con otras de su propia rama.

En definitiva, si nuestra lengua procede del latín esto quiere decir que todas nuestras características morfosintácticas y fonéticas proceden de la evolución de la lengua latina. Al igual que en cualquier otra lengua en latín también existen abreviaturas y otros sistemas para economizar el espacio al hacer uso de la lengua escrita. Por tanto, al escribir palabras como anno (año) una n se colocaba encima de la otra ahorrando así espacio.

Este fenómeno llegó a derivar hasta nuestros días en una simple virgulilla, es decir, un signo ortográfico a modo de acento. Pero esto no ocurrió únicamente en palabras que contuvieran dos enes, sino también en vocablos como seniorem (señor) y otros ejemplos.

Curiosidades como esta nos rodean a diario y no solemos dar cuenta de ellas, pero existen y perduran en nuestra lengua. Es necesario conocer el pasado de nuestra lengua y cultura para poder avanzar hacia el futuro.

Este artículo ha sido realizado por Ana Belén García (@anabgarcia20 en Twitter)

miércoles, 13 de abril de 2016

Odoacro, Teodorico y el fin de Occidente

Aunque la Pars Occidentalis del Imperio cayó en el 476, el espíritu de que seguía vivo duró unos años más, o al menos los dirigentes mantuvieron esa ilusión. Fue Odoacro, rey de los hérulos y uno de esos bárbaros que tantas veces habían saqueado ya Italia implicado, a veces, en la caída y subida de efímeros emperadores. Pero esta vez no, esta vez fue diferente; Odoacro depuso al emperador occidental, Rómulo Augústulo en la fecha infame de 476, y se proclamó Rex Italiae, o lo que es lo mismo: Rey de Italia. No hubo sucesor, cosa extraña que dejó confusos a los integrantes de las altas cúpulas, “¿Cómo iba a desaparecer el Imperio, aquel que durante casi dos mil años dominó el mundo, fue faro de la cultura y terror de los bárbaros?”, se preguntarían.


Rómulo Augústulo le entrega la corona a Odoacro
Por aquel entonces Zenón gobernaba la Pars Orientalis en calidad de emperador. Para combatir esta situación el Emperador ofreció el puesto y título de Magister Militum Occidentalis a Odoacro (evitando que actuase como rey), el puesto más importante tras el de Emperador en Occidente, pues le convertía en el jefe (ahora teórico) de los ejércitos de una de las mitades del Imperio. A cambio, el rey de los hérulos se mandó trasladar las señas de la dignidad imperial occidental (corona, cetro, etc) a Constantinopla, a manos de Zenón; y se mantendría, nominalmente, bajo el poder del Emperador.

Zenón jugó bien sus cartas, todo parecía ir bien, en su figura ahora se reunían los títulos de Emperador de Occidente y Oriente, el Imperio volvía a estar unificado bajo una misma persona; Odoacro, gracias a su nuevo título, consiguió más prestigio y poder y se hizo con el gobierno de toda Italia y otras partes cercanas, aunque actuaba como supuesto agente del Imperio Oriental. Todo parecía ir bien.

Pero pronto la situación se complicó. Dos años antes de caer Rómulo Augústulo, Teodorico subió al trono ostrogodo, un pueblo federado de Roma situado a las orillas del Danubio, y había empezado una campaña de hostigamiento contra los hérulos de Odoacro. Esto asustó tanto a Odoacro, por razones obvias, y a Zenón, que pensaba que podrían traspasar sus fronteras y adentrarse a saquear en Oriente. Lo que empezó siendo una desventaja, el Emperador lo tornó en ventaja: como empezaba a temer que la ambición de Odoacro lo llevase a atacarle, decidió sobornar a Teodorico para que dejase en paz las fronteras orientales y se dedicase a guerrear en Italia contra los hérulos.

En el 488 Teodorico invade Italia y Zenón, sentado en su trono, espera a que ambas tribus se debiliten en una larga guerra o se autodestruyan para poder reconquistar Italia y extender su poder de una forma práctica. Unos años después, en el 491, muere Zenón, tal vez feliz por ver que puede ser el que reunifique el Imperio Romano. Le sucede Anastasio, que verá como el sueño de Zenón se resquebraja. Dos años después de que el nuevo emperador subiese al trono, los ostrogodos de Teodorico logran dar muerte a Odoacro y se hacen con su territorio.

Es aquí donde nos damos cuenta de que a Zenón le salió el tiro por la culata, y es Anastasio quien carga con las consecuencias: Teodorico se hace rey y señor de las antiguas tierras de los hérulos, pero a diferencia de Odoacro, éste no acepta actuar como agente del Imperio y rechaza el título de Magister Militum Occidentalis y someterse a Constantinopla. Ahora sí que sí, Occidente ha caído en manos de los bárbaros sin que el poder imperial llegue a la cuna del Imperio.

Pero Anastasio no se quedará con los brazos cruzados e iniciará una política para intentar meter a Occidente en su órbita mediante la autoridad religiosa. Rápidamente empieza a entablar contacto con el Papa de Roma, pues es católico como el Emperador mientras que Teodorico profesaba el arrianismo, una herejía cristiana. Los romanos católicos empiezan a urdir intrigas y planear complots para derrocar a los ostrogodos. Teodorico se da cuenta y enfurece, convirtiendo su reino en una tiranía.

Para una mayor calidad, puedes pinchar en la imagen

Pero la situación dará otra vuelta de tuerca cuando Clodoveo, rey de los francos en la antigua Galia, se bautiza (¿496, 499?) por el rito católico. Es aquí cuando Anastasio, viendo este acontecimiento como una oportunidad, pone sus ojos en la Galia para intentar absorber Occidente en la órbita imperial. Este alejamiento de Italia enfadará tanto a los ostrogodos, que verán perder un posible aliado y socio, y a la Iglesia de Roma, que sentirá abandonada por Anastasio.

Finalmente Anastasio muere en el 518 dejando una política infructuosa como herencia. Teodorico morirá en el 526, dejando su reino sumido en la violencia y el caos, situación que el emperador Justiniano aprovechará de manera eficiente para, al fin, recuperar de manera efectiva gran parte de los antiguos territorios occidentales. 

Este artículo ha sido realizado por Fernando Pachón (@MmmmmFocas en Twitter)

viernes, 1 de abril de 2016

La espada rudis

Entre los gladiadores romanos, la espada más utilizada era la gladius (corta, ancha, de doble filo y fácil de manejar), pero con seguridad la espada más deseada era la rudis (corta, de madera y sin filo), porque simbolizaba la libertad del esclavo.

Los requisitos exigidos para tener derecho a la rudis cambiaban con la época, a veces eran necesarias cinco victorias consecutivas, en otras ocasiones tenían que ser diez. En la mayoría de los casos la regla de las victorias no se respetaba, quedando a elección del dominus (dueño o señor), del emperador o del pueblo romano la concesión de la aclamada espada. 

A manera de ejemplo, la historia nos remonta al primer día de inauguración del Anfiteatro Flavio (conocido popularmente como el Coliseo Romano), en donde lucharon Vero y Prisco durante varias horas en una batalla extenuante que culminó en la rendición de ambos gladiadores, quienes soltaron sus espadas en señal de respeto mutuo, luego de lo cual, ante el clamor del público, el emperador Tito tuvo que conceder a ambos la libertad mediante la entrega de la espada de madera.

El cine ha recreado el simbolismo. En la película Gladiator (2000), el dominus Próximo cuenta al protagonista que él también fue gladiador y que adquirió su libertad ganando en combate la espada rudisEn la serie de televisión Espartaco: Dioses de la Arena, también se hizo una alegoría cuando el dominus Léntulo Batiato se ve obligado por la presión del público y de los políticos romanos a darle la rudis a su mejor gladiador, Gánico. Otra de las representaciones es la del videojuego Shadow of Rome que salió para la plataforma Playstation 2 en el año 2005, en una de las misiones finales nuestro gladiador tiene que luchar en la arena y sortear trampas letales para conseguir la espada de madera, que se encuentra fuertemente custodiada.

Para finalizar, debemos hacer mención a que el gladiador que poseía la espada de madera podía elegir seguir combatiendo, ya sea por placer, fama o dinero, tal como le sucedió a Flamma, un temerario guerrero que prefirió continuar el resto de su vida luchando en la arena a pesar de recibir en cuatro ocasiones la espada rudis.

Este artículo ha sido realizado por Alberto Quijano (@LuchitoQuijano en Twitter).